5- Mexico.
Creciendo en Tijuana, la vida era antes que nada fronteriza. Porque las ciudades fronterizas tienen su propio día a día. Pero mi identidad siempre fue mexicana. En casa, Estados Unidos siempre fue el Otro, aunque vivíamos cerca y dentro de él, siempre era el ajeno.
Mi identidad se confirmó cuando llegué a la ciudad de México. Intuía que ahí estaba el lugar al cual yo pertenecía.
Buscaba en la literatura, en la música, lugares en donde reconocerme, en donde reconociera mi identidad y mi temperamento.
Lo encontré en autores que me marcaron, y que me fueron ayudando a definirme, a poner palabras en esa identidad que era concreta, había sido intuida, pero no había sido nombrada.
Una de ellas fue Rosario Castellanos. Es una escritora criada en Chiapas, en el otro extremo, el extremo sur de México. Decía que ahí donde la gente descubre cuál es su vocación, ella descubrió que la suya era entender. Lo hacía a través de novelas, ensayos, y su maravillosa poesía, que me abrió el lenguaje hacia una realidad distinta, desde la primera vez que la leí.
En México fue la primera mujer en hablar sobre el feminismo. Su primer publicación fue su tesis para la carrera de Filosofía, titulada “Sobre Cultura Femenina”, que se conoció en 1950, dos años antes de que en México pudieran votar las mujeres, hasta su último discurso titulado, “La abnegación, una virtud loca” . siempre mantuvo como eje su preocupación por el tema femenino en México. Atravesó todo su trabajo. En sus novelas, cuentos, artículos periodísticos, en su poesía, aunque hablara sobre indígenas, sobre política, sobre la muerte, siempre estaba hablando sobre las mujeres.
Como ella misma decía; “había una persistencia recurrente de ciertas figuras: la niña desvalida, la adolescente encerrada, la solterona vencida, la casada defraudada. ¿No hay otra opción? Dentro de esos marcos establecidos, sí. La fuga, la locura, la muerte”
También criticó siempre a las mismas mujeres, que aceptaban con sumisión esa posición que les tocaba sin cuestionarla, con una ausencia de solidaridad entre ellas, que le parecía vergonzosa.
“Para mí, la poesía es un ejercicio de ascetismo, un intento de llegar a la raíz de los objetos…”
Decía que ella escribía sobre amor con cenizas, no con la emoción inmediata, sino con algo que venía después. El resultado es una poesía que apunta a las cosas con su sentido del humor, su ironía, y su dolor bien puestos con metáforas exactas que la hacen cercana y que siempre han estado presentes en mi vida.
(poema)
Ninfomanía
Te tuve entre mis manos:
la humanidad entera en una nuez.
¡Qué cáscara tan dura y tan rugosa!
Y, adentro, el simulacro
de los dos hemisferios cerebrales
que, obviamente, no aspiran a operar
sino a ser devorados, alabados
por ese sabor neutro, tan insatisfactorio
que exige, al infinito,
una vez y otra y otra, que se vuelva a probar.
(R.C.)
-Juan Rulfo:
Juan Rulfo nació en un “pequeño pueblo al sur del estado de Jalisco. (Sayula, donde la lluvia es una proeza”) el 16 de mayo de 1917, y era un poco un poeta. Aunque lo que él escribía era prosa, una prosa lenta, austera, llena de fantasmas, de visiones, de voces perdidas, de ecos que salen de la memoria. Marcó la literatura mexicana y la universal con solo dos libros. Mucha gente se ha preguntado, ¿Por qué? ¿por qué solo dos libros? Hay todo tipo de teorías; En realidad no tiene importancia, lo importante es lo que sí escribió. No hizo falta más. Pedro Páramo y el Llano en llamas son dos libros que me han acompañado siempre. Su estilo es directo y su sencillez es contundente, él siempre va al hueso.
Tiene calidez y una visión desde la calma, pero no una calma autocomplaciente, sino esa calma a la cual llegas después de haber sufrido, esa calma que es un alivio, pero no te deja olvidar que hay un pasado detrás, que te ha marcado para siempre. Sus personajes no son solo los vivos, sino también la muerte, los paisajes y el silencio.
“Este pueblo está lleno de ecos. Tal parece que estuvieran encerrados en el hueco de las paredes o debajo de las piedras. Cuando caminas, sientes que te van pisando los pasos. Oyes crujidos. Risas. Unas risas ya muy viejas, como cansadas de reír. Y a veces ya desgastadas por el uso. Todo eso oyes. Pienso en que llegará el día en que estos sonidos se apaguen”.
José Alfredo Jiménez:
José Alfredo ha sido de nuestros compositores más importantes en la música mexicana. En sus canciones habla sobre el dolor, el rencor, la frustración, la muerte, el amor amor amor. Define la identidad mexicana en sus canciones, en su entrega, y también en sus tristezas. Habla sobre la vida con sencillez, he escuchado sus canciones desde chica, en las voces de cantantes muy queridos, y también cantadas con su voz.
Murió muy joven, a los 47 años, demasiado pronto, pero dejó un gran legado de canciones, que con su manera directa dicen las puras verdades, esas verdades que se sienten, se cantan, y que a veces también se gritan.
La música de Jose Alfredo es parte de mi ADN, como lo es Juan Rulfo, como Rosario Castellanos, como el chile, los tamales, los burritos de frijoles.
((Todavía recuerdo mis caminatas por Tijuana, el encontrar una librería en un centro comercial, ahí encontrar un libro de Rosario Castellanos, llamado Meditación en el Umbral. Me dio mucha curiosidad, no había leído mucha poesía, y no conocía nada de esa autora, es un libro que me sigue acompañando hasta el día de hoy))
2 Comments
Es un sentimiento bien padre leer y escuchar cuando los mexicanos hablan de la comida, la música, las costumbres, los lugares de México.
Creo que todos deberíamos tener eso, una lista de toooodo lo que nos gusta de nuestro país.
Tengo que volver a leer Pedro Páramo. Julieta gracias por el concierto del jueves en el Café Central. Vi muchos conciertos en mi vida pero este no creo que lo olvide, no me saco de la cabeza la canción con la que empezaste, nunca la había escuchado, ¿cómo se llama? Vuelve pronto a Madrid! 🙂 Un beso.