4- La soledad
Hay que agradecerla, disfrutarla, conocernos, y volver a reconocernos en ella. En su presencia podemos encontrar, a nuestro ritmo, todo lo que necesitamos comprender. Pero también a veces puede ser demasiado.
Cuando viví sola por primera vez, en la Ciudad de México, las visitas a librerías eran una actividad que llenaba mis horas solitarias, esas horas en donde a veces perdía el sentido de haberme mudado a una ciudad tan enorme, tan distinta a mi ciudad natal, en donde había mucha gente, pero donde me sentía más sola que nunca.
Me empujaba algo desconocido, y a veces pensaba que había
sido un error, en realidad no tendría que haber dejado Tijuana, no tendría que haber salido de lo que conocía.
Me había hecho una idea de lo que encontraría al alejarme de esa familia mía, tan conservadora, tan distinta a mí, y empezaba a parecerme una ilusión, un escape que me había servido para esas horas soñando despierta, o en mis largas caminatas, en donde imaginaba todo lo que encontraría cuando dejara esas calles polvorientas detrás.
Cuando llegué a la Ciudad de México, los libros eran un consuelo y a veces una evasión de esa realidad nueva, que se imponía con todo su peso sobre mí, esa ciudad llena de personas que no conocía, que quizás no entendería nunca, pero que estaban abriéndose lugar en ese monstruo de ciudad a codazos, al igual que yo.
Esa lucha era lo único que podía identificar como propio. El deseo de convertir a ese monstruo, en mi propia ciudad. Conocer sus calles, entender sus maneras, sus ruidos y aromas, sus peligros, su vida cotidiana.
Poder decir, esta ciudad es mía.
Eso deseaba.
Ese sentimiento de posesión no era una ambición concreta, porque no tenía idea de cómo iba a lograr aquello, en ese momento la sola idea de quedarme marcaba mi relación con la ciudad. No era esa ciudad enorme, un lugar que quería soportar para lograr algo en concreto. No era el medio, era el fin. Esa ciudad era mi deseo. Como si se tratara de un amor. Como si ese fuera mi amor. Mis armas eran el saber escribir canciones, el adaptarme a todas las circunstancias, y mis libros. Mi búsqueda en los libros era lo que tenía, era un aprendizaje que no era necesario terminar, podía seguir acompañándome en todo lo que hiciera, y así sigue siendo hasta el día de hoy.
((En esta primera etapa de La ciudad de México, empecé a leer muchos clásicos, que eran los que conseguía en las librerías de usados, muy baratos, por tratarse de libros en inglés. Todavía recuerdo esas tardes, con las manos metidas en los muebles polvorientos, buscando algo que llevarme, sin saber si ese día tendría suerte, esa incertidumbre era parte del encanto. Leí a Dickens, Thomas Hardy, Las Bronte, y también mucho Updike, John Irving, Normal Mailer, y bueno, Paul Auster, quien me puso a leer a Kafka, Samuel Beckett, y claro a Anais Nin y Marcel Proust. Me quedaba en mi primera casa, en la Ciudad de México, encerrada leyendo y escribiendo, y pasaba las tardes así))
Fotos de la Ciudad de México: Yvonne Venegas
8 Comments
La soledad es una aliada, siempre esta ahí, te acompaña. De cierta manera te ayuda en encontrarte, conocerte, es muy lindo.
gran texto Juli
Con razon siempre decis “los libros quemarcaron mi vida” lo que hiciste muy pocos lo harian pero sos y lo seras siempre muy valiente al tomar decisiones respecto del rumbo de tu vida..besos y suerte en todo lo que emprendas amiga y genia”💓
Hola Julieta. Hará un año aprox comenzé a escuchar tus canciones con más atención y m e pareciste una artista tremenda, el manejo de varios instrumentos a la perfección me deslumbró. Quisiera saber si por casualidad andarás próximamente haciendo recital por Rosario. Un saludo, Adrián.
Siempre he admirado la capacidad que tienes para narrar las cosas y para hacer que me identifique. Siempre cuentas una historia y cada que leo algo tuyo, me siento como si estuviera charlando con mi amiga de hace años porque justamente, entiende todo aquello que vivo. Sé que te ha pasado con los libros, a mí me pasa con leerte. Todo es tan personal, pero con esas ganas inmensas de compartirlo. Agradezco que te hayas decidido a hacerlo. Estoy ansiosa por el siguiente, porque me ha encantado todo y me has hecho sentirte cerca.
Un abrazo.
Tu reflexión es muy interesante pero creo que la Soledad no es buena compañera.
Respeto tu opinión.
Se acabó un vacio cuando nos encontramos, y se abrió una puerta cuando nos acercamos.
¿Dos soledades o ninguna?
Ms. Venegas, you are a wonderful role model for today’s youth.. You encourage people to read and visit libraries. You truly are a world-class talent and gift to society for its betterment.
Hay una coexistencia, podemos agradecerla, disfrutarla, conocernos y también puede ser demasiado, que loco como algo puede hacernos sentir dos cosas a la vez ¿no? lo mismo puede suceder con la ciudad, cuesta encontrar ese punto intermedio entre las cosas buenas y las malas. No sé, todo esto me recuerda un poco a “Esperaba”
Te mando un abrazote.
Geniales fotos de Yvonne.
En la primera imagen mi creatividad pudo ver como un muñequito sujetándose de una soga a punto de caer, desequilibrado y puede tornarse con todo el texto! no sé si logras verlo 😛