Literatura y yo

Hace unos días me presenté en un Festival maravilloso que se llama Primera Persona, en Barcelona. Es un festival que combina música y Literatura, la gente va a hablar sobre sus trabajos, a leer poemas, a entrevistas, hay de todo. Y yo presenté un texto que hace tiempo había hecho para presentarlo en Buenos Aires, y ahora lo presenté ahí. Es sobre mi relación con la Literatura, cuando lo presenté también lo hice con canciones, y aquí les voy a ir compartiendo el texto por partes.

0-Los procesos son mejores que los resultados. Todo lo que hacemos, todo lo que escribimos y lo que leemos, es un camino que se abre hacia otra cosa. Ese es el disfrute, el proceso de aprender a llegar de un punto al otro.

Esta noche me gustaría contarles cómo ha sido mi proceso personal como compositora, cómo los libros que leo no solo han sido una parte inspiradora, sino vital en mi trabajo, tanto en la música como en lo personal.

La música siempre ha sido mi forma de comunicarme, de entender y explicar las cosas, de expresar lo que voy sintiendo, y mi manera particular de responder a las preguntas a las que me enfrenta la vida. En la literatura encontré una aliada que me acompaña siempre, como parte de mi aprendizaje y crecimiento. Todo lo que hacemos, son pequeños puntos en una vida, y si conectamos esos puntos, quizás encontremos el mapa que nos describe. Me gustaría intentar contarles ese mapa, y los puntos que son parte de mi personalidad y mi manera de ver la vida. Y claro, hablarles sobre libros y cantar unas canciones, que siempre es divertido.

1-Nací y crecí en la frontera entre Estados Unidos y México. Soy Tijuanense, y viajo con dos pasaportes (Mexicano y de EEUU). Mi familia es algo conservadora, un poquito excéntrica y muy divertida. Mi madre y mi padre nos inculcaron un amor absoluto por la música. Habita en todos nuestros espacios. En lo cotidiano, en las celebraciones, en nuestras emociones. Mis recuerdos están enmarcados con la música que escuchábamos. Las fiestas hay que celebrarlas con música, los viajes largos por las carreteras de Baja California cuando íbamos a la playa, se acompañaban con música. Mis primeros recuerdos musicales son la voz de mi madre, cantándonos canciones de los Tigres del norte, o de un compositor mexicano de nombre Francisco Gabilondo, mejor conocido como Cri Cri.

No se me olvida una conversación que tuve con mi madre. Yo me había mudado a la Ciudad de México hacía unos meses, y entre toda la familia me habían pagado un boleto para que pasara Navidad en casa. Esa llegada a la Ciudad de México estaba siendo dura, no conocía casi a nadie, no tenía trabajo fijo y no sabía cómo iba a pagar la renta del mes siguiente, y en un momento dije; ¿Y Si mejor me regreso a vivir a Tijuana?, mi madre me miró y me dijo; No hija, no vuelvas. Tuviste el valor de irte, no regreses. Y me confesó:  Yo siempre quise ser artista, y mis padres no me dejaron, es una de las frustraciones de mi vida, tú ya arrancaste, y estoy orgullosa de tí.

Entre ella y mis hermanos juntaron el dinero para la renta. La verdad es que, sé muy bien de dónde viene mi amor por la música. Viene de mi familia.

((Hay un libro que sigo teniendo desde la infancia, no recuerdo como llegó a mí, si me lo regalaron, o si me lo robé, me lo llevé cuando me fui a la Ciudad de México, y después lo recuperé para leérselo a mi hija, es una compilación de cuentos clásicos, se llama Los Titanes de la Literatura Infantil, todavía recuerdo lo orgullosa que estaba de leer cuentos de 13 páginas, me parecía increíble))

2-Más que estar marcada por grandes lecturas, o por grandes maestros, mi infancia estuvo marcada por una enorme curiosidad. El día que descubrí que un papel escrito me podía hacer imaginar algo y seguir una historia, ya no tuve vuelta atrás.

No sé a dónde me está llevando el libro: quiero averiguarlo, siempre. No crecí rodeada de sugerencias, pero siempre supe que me podía meter en un libro y ver qué pasaba. Era algo que podía averiguar en un rincón, en silencio, sin la presencia de otra persona. Me tomaría mucho tiempo encontrar mi propio gusto. Hasta el día de hoy lo sigo averiguando: es algo elástico que se extiende y no termina nunca de cerrarse. Leer un libro nunca estuvo marcado por nada más que la simple pregunta de “¿qué será esto?” “¿qué voy a encontrar ahí dentro?”

Lo mismo al hacer una canción: viene desde la pregunta, ¿hacia dónde voy con esto? Y no saber, no saber con certeza lo que va a pasar. Pero querer averiguarlo. No aprendí a componer, ni aprendi a cantar. Lo sigo haciendo hasta el día de hoy, cuando me siento al piano, cuando empiezo a buscar una melodía, cuando me da vueltas en la cabeza una frase. Necesito partir de preguntas, no de certezas.

Las canciones son de piel, necesito sentirlas, empiezo sin saber lo que voy a decir, necesito construirlas cantándolas, contando esa historia que es solo mía, en ese momento.

Igual con la lectura de un libro. Porque aunque alguien te recomiende o insista en que lo leas o no, no sabes lo que va a pasar hasta que abras ese libro y te metas entre sus páginas.

((En esta etapa los libros que leía eran préstamos, me iba a las bibliotecas de mis vecinas, a quien tuviera un libro que pareciera bueno, leía de todo, desde las historias de Corin Tellado publicadas al final de las revistas “Vanidades” que robaba a mi madre, o  libros que regalaban a mis hermanas, devoraba todo lo que pudiera conseguir))

(Gracias a mi adorada Yvonne Venegas por las fotos)